Entradas

¿Y ahora?

Caminamos en silencio en mitad de la noche, compartiendo los restos de unas risas que segundos antes nos dejaban sin aliento. No hay palabras. No son necesarias.  Hace tiempo que superamos las barreras y fuimos capaces de sentirnos cómodos compartiendo el silencio. De pronto te miro y tu sonrisa hoy parece distinta. O quizás no. Quizá tu sonrisa sea la de siempre y sean mis ojos los que miran diferente. El caso es que te miro y, por extraño que resulte, después de tanto tiempo me sorprendo preguntándome a qué sabrán tus labios. Y de pronto el tiempo se ha detenido, la ciudad ha quedado en silencio y las ganas de probar tus labios se han adueñado de mi cuerpo. Mientras tú, ajena al caos que se ha abierto paso en mi mente, sigues caminando distraída con las manos en los bolsillos de tu chaqueta. ¿Y ahora? ¿Qué se supone que debes hacer cuando todo cambia? ¿Cómo se administran las emociones que surgen de pronto y con tanta fuerza?

Nos creíamos invencibles

¿Recuerdas cuando nos creíamos invencibles? Caminábamos de la mano convencidos de que nada ni nadie podría pararnos, sumergidos en nuestro propio mundo en el que cada piedra del camino era una buena excusa para volar aun más alto. Quisimos creer en el infinito de un " para siempre " y nos topamos con la rutina y su fiereza. Nos asaltaron a traición aquellos grises que nunca quisimos ver, aquellos que permanecían escondidos tras el arcoiris a la espera de su minuto de gloria. Aquellos grises que nos taparon la luz y nos llenaron de sombras, que sembraron las dudas y nos convirtieron en extraños. Y los " Te quiero " se fueron con el viento, dejándonos llenos de reproches y orgullo, ese orgullo que ahora nos hace darnos la espalda y nos impide mirarnos a los ojos... Esos ojos que gritan desesperados un " Te echo de menos " que ni tú ni yo somos capaces de escuchar mientras nos consumimos por dentro.

Conexión entre dos almas

Hay veces en las que solo necesitas unos segundos para saber que esa persona que acabas de conocer se convertirá en un pilar fundamental en tu vida -sea de la forma que sea-. No sabes exactamente qué es, pero hay algo que te inquieta, que te llama la atención y te incita a seguir descubriendo más. Y los ratos de conversación empiezan a quedarse cortos porque siempre te quedas con ganas de más, así que empiezas a buscar excusas. Un café, una comida, un cine, una tarde de compras, una cena... Hasta que un día simplemente te das cuenta de que lo que quieres compartir es toda una vida. Ahí es cuando descubres que la otra persona ha pasado todas las barreras posibles y ha tatuado su nombre en tu alma. Y sí, es arriesgado, porque somos conscientes de que la vida da demasiadas vueltas, que las personas cambian y que las relaciones -sean del tipo que sean- corren el riesgo de deteriorarse con el paso del tiempo o verse afectadas por cualquier paso en falso o cualquier error. Y asusta sabe...

Si me permites un consejo

Tu boca repite una y otra vez que ya no la quieres, tantas veces que incluso tú misma empiezas a creerlo, pero lo cierto es que tus ojos siguen brillando cada vez que alguien pronuncia su nombre de imprevisto, o cuando te encuentras por sorpresa con una foto suya en Instagram porque a alguno de vuestros amigos le ha gustado. Y entonces, como por arte de magia, todas tus barreras desaparecen por un momento, y tu boca se ve obligada a guardar silencio mientras tu mente vuela sin remedio a su lado, recreando cada sonrisa, cada abrazo, cada beso, cada susurro, cada caricia, cada noche en vela, cada locura compartida, aquella última mirada que tanto decía y que nunca quisiste escuchar... Y una sonrisa nostálgica invade tu rostro, cada fibra de tu cuerpo se estremece ante el recuerdo de su piel rozando la tuya y tu respiración se entrecorta mientras te asaltan miles de dudas: " ¿De verdad esto tiene sentido? ¿Y si me equivoqué?  ¿Me echará de menos? ¿Pensará también en mí? ¿Sentirá lo ...

Libre y fuerte

¿Sabes una cosa? Te quiero libre y fuerte, siendo tú misma y no una persona que desconfía hasta de su sombra y duda de cada uno de sus pasos solo por miedo al tropiezo. Así que hazme caso, no lo pienses más y márchate lejos, cambia de aire, desconecta de todo y céntrate en ti. Date todos los caprichos que se te antojen, vuelve a ser la niña que un día fuiste. Canta a gritos mientras conduces, báñate desnuda y despreocúpate del tiempo. Rompe con las reglas o, si lo prefieres, escribe unas nuevas que se adapten mejor a ti. Haz todo cuanto quieras. Haz lo que te de la gana, hasta que sientas como desaparece el peso que cargas sobres tus hombros y, cuando te sientas con las fuerzas renovadas, mira atentamente a tus miedos, ponles nombre y hazles frente. Asegúrate de que jamás se atrevan a volver. No voy a mentirte. Puede que sea un proceso largo, que no sea fácil y, seguramente, volverás a derramar unas cuantas lágrimas. No importa. Sumérgete en esas lágrimas y piérdete tantas veces c...

Tiene más sentido que nunca

A veces pienso que todo ha cambiado y que lo nuestro -si es que alguna vez lo hubo- ya no tiene sentido. Pienso en que la situación ya no es la misma, que nuestra realidad es diferente y que todo lo que vivimos parece haberse quedado lejos. Pienso que incluso nosotras mismas hemos cambiado durante este tiempo y que, en cierta forma, ambas hemos pasado página. Pero entonces vuelves a aparecer de alguna manera y me descubro de nuevo pegada a tu sonrisa, como siempre, y sin darme cuenta mis labios vuelven a dibujar esa sonrisa que solo me salía contigo. Y al mirarte me doy cuenta de que tus ojos siguen siendo el detonante y el remedio a mi locura, y de que yo sigo siendo incapaz de reprimirme cuando se trata de ti. Y me vuelven a invadir las ganas de buscarte, de olvidarme de todo y simplemente dejarnos fluir. Y entonces me doy cuenta de que lo realmente importante no ha cambiado y que lo nuestro -sea lo que sea- tiene más sentido que nunca.

Olvidémonos de la meta

Tenemos la manía de plantearnos nuestra vida como una carrera en la que debemos darlo todo para alcanzar nuestra meta, entendiendo la meta como el último escalón, como la última pantalla de un gran videojuego. ¿Pero dónde está la meta? ¿La podemos alcanzar realmente o vivimos persiguiendo una utopía? Sinceramente, he llegado a la conclusión de que la meta -al igual que ocurre con la perfección- no existe y, por tanto, nunca puede alcanzarse. Da igual lo lejos que lleguemos en nuestro camino porque siempre podremos dar otro paso más, y otro, y otro, y otro... Cada vez que creamos alcanzar esa tan ansiada meta veremos como el camino se hace un poco más largo, como a la escalera que tanto nos ha costado subir se le suman unos cuantos escalones más. Es inevitable, por mucho que hayamos vivido, por muy lejos que hayamos llegado en el camino y por muchas "metas" que hayamos alcanzado... Cuando llegue el momento de dar nuestro último paso siempre nos quedarán cosas por hacer,...